viernes, 30 de enero de 2015

FITUR, feria de vanidades



 Feria de las vanidades, hoguera de egos… Y no puede, ni debe, ser otra cosa. 

FITUR no puede ser otra cosa que una feria de vanidades donde cada uno y cada cual muestra su mejor cara. Una hoguera de egos donde los destinos sacan pecho para promocionar su industria turística.

Los agoreros recalcitrantes, siempre han visto FITUR como un gasto desmesurado de las administraciones para dar cobertura y visibilidad a las veleidades políticas, para formar un trampolín mediático en el que colocar a alcaldes y concejalas y delegados y presidentas en una picota informativa más dulce que la habitual. Algo de eso hay, a veces en exceso.

Pero FITUR también es una oportunidad para que empresas pequeñas, municipios, proyectos, ideas, reciban una cobertura y atención por parte de los medios impensable en otro lugar que no sea IFEMA. Si el trabajo previo es intenso, los frutos a arrancar de la feria pueden ser suculentos. 

Hasta ahí todo bien. FITUR es, sin duda, una plataforma expositiva gigantesca a nivel internacional y posicionarse justo ahí puede ser un empujón definitivo para un destino. Esta es la esencia y resulta indudable su viabilidad.

Pero también es cierto que después de asistir a FITUR desde hace casi una década, las propuestas siguen siendo muy similares, el merchandising que se ofrece un tanto caduco en general y las actividades que se desarrollan en torno a la feria un tanto obsoletas.

Las nuevas tecnologías han reportado a la industria turística una herramienta indispensable, un instrumento de promoción internacional que no tienen límites, una forma de entender la relación con los clientes impensable hasta el momento. Pero muy poco de esto se ve en FITUR. El folleto, los azafatas vestidas con los trajes típicos, las degustaciones de gastronomía local y el paseíllo de los poderes públicos siguen siendo mayoría.

Es innegable que muchos destinos se han puesto las pilas en materia de promoción y que cada año se ven algunas novedades en planteamiento promocional, en productos turísticos, en publicidad, pero aún siguen siendo intentos muy tímidos. La mayoría de destinos opta aún por lo tradicional y un tanto antiguo, reflejando tan solo con este comportamiento, lo tradicional y un tanto antiguo de su propuesta.

FITUR es una feria de vanidades y creo, firmemente, que debe seguir siéndolo. Sólo espero que esa vanidad esté a la altura del siglo en el que vivimos.




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