Feria de las vanidades, hoguera de egos… Y no puede, ni
debe, ser otra cosa.
FITUR no puede ser otra cosa que una feria de vanidades
donde cada uno y cada cual muestra su mejor cara. Una hoguera de egos donde los
destinos sacan pecho para promocionar su industria turística.
Los agoreros recalcitrantes, siempre han visto FITUR como un
gasto desmesurado de las administraciones para dar cobertura y visibilidad a
las veleidades políticas, para formar un trampolín mediático en el que colocar
a alcaldes y concejalas y delegados y presidentas en una picota informativa más
dulce que la habitual. Algo de eso hay, a veces en exceso.
Pero FITUR también es una oportunidad para que empresas
pequeñas, municipios, proyectos, ideas, reciban una cobertura y atención por
parte de los medios impensable en otro lugar que no sea IFEMA. Si el trabajo
previo es intenso, los frutos a arrancar de la feria pueden ser suculentos.
Hasta ahí todo bien. FITUR es, sin duda, una plataforma
expositiva gigantesca a nivel internacional y posicionarse justo ahí puede ser
un empujón definitivo para un destino. Esta es la esencia y resulta indudable
su viabilidad.
Pero también es cierto que después de asistir a FITUR desde
hace casi una década, las propuestas siguen siendo muy similares, el merchandising
que se ofrece un tanto caduco en general y las actividades que se desarrollan
en torno a la feria un tanto obsoletas.
Las nuevas tecnologías han reportado a la industria
turística una herramienta indispensable, un instrumento de promoción internacional
que no tienen límites, una forma de entender la relación con los clientes
impensable hasta el momento. Pero muy poco de esto se ve en FITUR. El folleto,
los azafatas vestidas con los trajes típicos, las degustaciones de gastronomía
local y el paseíllo de los poderes públicos siguen siendo mayoría.
Es innegable que muchos destinos se han puesto las pilas en
materia de promoción y que cada año se ven algunas novedades en planteamiento
promocional, en productos turísticos, en publicidad, pero aún siguen siendo
intentos muy tímidos. La mayoría de destinos opta aún por lo tradicional y un
tanto antiguo, reflejando tan solo con este comportamiento, lo tradicional y un
tanto antiguo de su propuesta.
FITUR es una feria de vanidades y creo, firmemente, que debe
seguir siéndolo. Sólo espero que esa vanidad esté a la altura del siglo en el
que vivimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario