viernes, 10 de abril de 2015

ASTENIA PRIMAVERAL




La astenia primaveral me ataca como un voraz enemigo. Se acomoda en mis huesos y en mi estado de ánimo, y ahí se queda durante unos días, haciendo que la vida me pese un poco más, haciendo mis pasos más lentos, haciendo mis sonrisas más lánguidas, haciendo mi estado de ánimo menos carnal y más etéreo. 

La astenia primaveral que me embiste con los primeros aromas del jazmín en la plaza de los Naranjos, con el perfume denso de las brasas en las que se mecen los espetos de sardinas, con  la coloración brutal de las gitanillas en los maceteros, con el olor acuoso de las cremas de protección solar. 

La astenia primaveral, que es mala compañera con la llegada de la estación de las flores, que aún se agrava más con las alergias, los pólenes, las gramíneas en suspensión y todos aquellos entes naturales que pululan por el aire en busca de un estornudo transformado en rinitis.

La astenia primaveral que se agrava en periodo preelectoral, como es el caso, cuando uno comprueba que las campañas siguen siendo más un asunto de dimes y diretes internos y ajenos que un debate profundo sobre la transformación de la realidad.

La astenia primaveral, ingrata, que resta belleza a los lánguidos atardeceres de la primera primavera, ese sol anaranjado que se mece como en una cuna hasta desaparecer tras el lejano Peñón de Gibraltar a la búsqueda de un poniente eterno.

La astenia primaveral que hace que este artículo escrito para decir en la radio tenga frases subjuntivas taaaaaan largas, en lugar de la exactitud de la frase corta que requieren estos menesteres.

La astenia primaveral que se combate con todo y con nada, dejando pasar el tiempo despacio, y acomodándose a este nuevo ritmo de la naturaleza que embiste con furia, y que a mí siempre me pilla a contrapié, hibernando, como buen norteño al que le gusta que los inviernos se prolonguen hasta ser verano. 

Mi psicóloga, Cristina, me dice que para degustar la vida a tope hay que aplicar este nuevo concepto llamado Mind fullness, que se traduce como mente consciente, mente plena en todo momento.  Yo lo intento, pero no sé si es peor el remedio que la enfermedad. Porque no creo que mi mente consciente pueda soportar por más días la intensidad del perfume de azahar. 

Y para terminar…. Ay…. Un hondo suspiro. 

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