Reto. ¿Qué es un reto? La quinta acepción de la Real Academia de la
Lengua dice lo siguiente: 5. m. Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y
que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta.
Dentro de todas sus definiciones,
son seis, esta es la única positiva. Reto. La palabra reto asociada a estímulo,
a desafío. Será una empresa difícil, un
empeño complejo, una barca minúscula en un mar proceloso, pero será vibrante. Y
en esa vibración es donde reside la vida.
Vivir en la zona de
confort es cómodo y práctico, nos permite seguir adelante, poner el piloto
automático, continuar. Pero nos hace pequeños, reduce nuestras posibilidades,
nos condena, más pronto o más tarde al involucionismo.
Un reto es un puzzle más
grande, una montaña más alta, una distancia más larga. No tiene por qué ser
mucho más grande ni mucho más alta ni mucho más larga, basta con que sólo lo
sea un poco. Un poco para cambiar.
Nadie asegura que ese
cambio vaya a ser a mejor, hay retos difícilmente asumibles, pero seguro que
nos permitirá crecer, aprender y con ello, mejorar. Puede que esa mejoría sólo
venga a medio plazo y que el tráfago del reto no nos permita ver el horizonte,
pero está ahí, siempre, esperándonos y hay que ser consciente de ello.
Se me plantean retos
nuevos. Retos que constituyen un aliciente. Retos que hacen volar mariposas en
el estómago y que producen cierto vértigo que confundo con miedo. Quizá haya
pasado demasiado tiempo en la zona de confort y el músculo del desafío se haya
desentrenado. Pero aquí estoy, dispuesto, con la mirada hacia adelante y una
ligera sonrisa pintada en los labios.
Un reto, es un reto. Un
estímulo. Un desafío.
Y sin estímulos ni
desafíos aún estaríamos arrumbados en los más hondo, profundo y oscuro de la
cueva.
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